En este domingo celebramos la fiesta de la transfiguración del Señor en el Monte Tabor. La Segunda Lectura 2 Pedro 1, 16-19 “Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fabulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza”. San Pedro, Santiago y Juan fueron elegidos por Jesús para subir a solas con él a un monte elevado. Por esta razón Pedro da testimonio de haberlo visto con sus propios ojos en toda su grandeza y como Dios lo lleno de gloria y honor. Jesús se transfiguro, su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve.
El propósito de la transfiguración de Cristo es mostrar su gloria celestial a sus discípulos para que ellos pudieran entender quien realmente era Jesús. Los discípulos conocían a Jesús en su persona humana pero en este momento Jesús les revela su gloria celestial.
Hoy al ver a Jesús transfigurado pueden entender mucho más su divinidad y esto los prepara para estar seguros ante la muerte de Jesús. En este grandioso momento apareció Moisés y Elías. Moisés representa la ley y Elías representa a los profetas y hoy la ley y los profetas deben darle acceso a Jesús. Jesús es el culmen de la ley y de los profetas. Jesús es el Hijo de Dios y por esta razón la expresión de la voz del padre “Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco”. Dios Padre nos revela quien es Jesús y lo revela a Pedro, Santiago y Juan.
En este momento los discípulos comprenderán mucho más la persona de Jesús. En Evangelio de San Mateo Dios dice “Escúchenlo”. Los Discípulos tuvieron la oportunidad de escuchar la voz de Dios. Sin embargo al momento de escuchar la voz de Dios ellos cayeron rostro en tierra. Jesús se acercó a ellos y los toco y les dijo levántense no teman. Cuando se alzaron los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.